¿Quién es un artista?
Aquel que logra sentarse durante un largo periodo, en silencio, sumido en pensamientos, lleno de dudas se le llama artista. Si esa es la descripción romántica que imaginamos, entonces cualquier persona que sueñe despierto, se le puede considerar artista. No creo que un soñador sea un artista solo por soñar, así como no creo que una persona sea inteligente solo por hacer tests para medir su CI (IQ). La gente solo debería llamar artistas a las personas que logran vivir de su arte. Pues el ser artista es una profesión.
Por lo general llamamos artistas a quienes en su profesión muestran capacidad, habilidad, talento, experiencia, ej. Artista culinario, Artista médico… cualquier persona en su trabajo puede ser considerado un artista.
Pero hay profesiones que se entienden como artísticas. Su naturaleza es comunicar, expresar ideas y emociones a través de recursos plásticos, lingüísticos, sonoros y corporales: Arquitectura, Escultura, Artes Visuales, Música, Literatura, Artes Escénicas, Cinematografía, Fotografía, Historieta; estas artes son de gran importancia en la cultura de cada nación, muestran el espíritu del los ciudadanos de un país, entretienen, incomodan, protestan, exploran, aprenden, satisfacen, desahogan, entienden…
El obrero que se dedica al arte es un trabajador independiente. No tiene horario para trabajar, ni vacaciones, ni fines de semana, ni días de descanso, ni sueldo seguro. Un país en el que sus ciudadanos amen y respeten sus tradiciones culturales, protegen a este obrero, lo abrazan. El arte condescendiente, adecuado, políticamente correcto, se paga por si sola —también el arte es negocio. Al obrero que protegen las naciones orgullosas de su arte, es al rebelde, al innovador, al que nunca está seguro de nada y se contradice todo el tiempo, al que busca descifrar el código con el que se expone la naturaleza que lo rodea, al que mira las estrellas, al que cuando está en silencio sin hacer nada, es cuando más trabaja, pues su mente nunca descansa. Este obrero necesita desahogar lo que vive en su cabeza a través de alguna de las profesiones artísticas. No logra conciliar el sueño, pasa las horas en vela como un matemático intentando descifrar las conjeturas de los números primos.
Por desgracia la profesión artística no se enseña en una universidad, el único título que le importa al obrero del arte es exponer su obra. Para un profesional que busca su voz propia, no hay un machote para copiar, no existe el manual del artista. Hay guías, mentores, apoyo moral, abrazos y buenas conversaciones, pero nada ayuda a quien lleva una vida más parecida a la esquizofrenia, que a la holgazanería.
Solo un trabajador del arte puede tener empatía por otro trabajador del arte. Entre ellos hay una especia de código secreto que al solo ver la mirada de su semejante, les sirve para entender la lucha que tienen por alcanzar la libertad, la alegría y el amor.
Me es triste pensar que le pedimos a los obreros del arte que se revuelquen en una alberca de lodo, para así ganar nuestros favores y aplausos, pues sin ellos, las puertas de los espacios donde pueden expresarse se cierran en sus narices.
Es cruel pedir a un profesional del arte, que se exponga, como si se tratase de una revista de chismes; sus preferencias sexuales; sus trastornos mentales; sus orígenes; sus ingresos. Ya no somos capaces de gozar la obra por la obra, ahora necesitamos los antecedentes del creador, así quizá entendamos un poco lo que este obrero intenta expresar de manera tan ambigua. A lo mejor, dando unas cuantas monedas nos sentimos mejor por ayudar a un artista, al que no comprendemos y no tenemos la intención de entender. Con cubrir la cuota podemos poner bajo la sombra nuestra ignorancia y sentirnos superiores por un momento.
A veces la simpleza de un plátano en una pared nos hace valorar lo que se pierde cuando no puedes expresarte de manera libre, sin tener que causar lástima o compasión. Tener que expresarte a través de tus antecedentes y no por medio de tu trabajo artístico.
El trabajo del obrero del arte es tan difícil como cualquier otro trabajo que demande el uso de la imaginación e inteligencia. El objetivo de una obra es hacer que a través de lo expuesto, nazca dentro del espectador—del centro de su estómago—empatía por lo que siente el autor. La memoria es algo que se nos enseña a desarrollar y apreciar, pero no sirve de mucho cuando no se nos instruye en la comprensión, razón y lógica. Puedes repetir una y otra vez una cosa de memoria, pero solo al comprender su utilidad es cuando queda fijo en la experiencia; de ahí que muchos sepan poemas de amor, pero pocos sepan de como hacer el amor.
Sí asumimos que es cierto lo anterior, entonces es claro que un trabajo artístico no debe de ser explícito en cuanto a lo que intente expresar, sino confiar en el espectador y que él descifre con su imaginación lo que el obrero artista ha deseado comunicar; ¿qué sucede cuándo el público ha olvidado la importancia del arte? ¿Cuándo no sabe como interpretarlo? Ser ignorante en la vida es uno de los mayores placeres que goza la especie humana —el desear permanecer ignorante e ignorar nuestra ignorancia, es una de las mayores desgracias de la especie humana.
Pensar de manera deliberada lo hace a uno sentir vivo. Me gusta mirar una obra que me invita a satisfacer mi curiosidad y despierta en mí la pasión por aprender, por vivir. Parafraseando a Marcel Duchamp, No todos somos artistas, pero cualquier idiota es crítico. Es peor cuando el crítico idiota que llevo en mí es domado por lo popular, condescendiente y vende su individualidad por la moneda corriente (Likes y similares). Es peor, pues transformo al obrero del arte en un gladiador que se deberá debatir en la arena del coliseo, por uno de los pocos espacios que tienen el valor de exponer obras que invitan a la reflexión. Y dejo el futuro de los gladiadores derrotados, a merced del pulgar de funcionarios que condicionan la supervivencia del proyecto, a una agenda política que cambia a conveniencia del poder en turno.
Entre más complejo un sistema, más débil su noción de universalidad. Que desgracia sería no poder apoyar a un obrero del arte, que gane experiencia mostrando su obra, una y otra vez. Hasta que encuentre su voz, hasta que el tiempo lo convierta en un artista. Es triste poner al obrero del arte entre la cultura exportada y entre la obra que me hacen sentir bien, lo bonito. Sería trágico privar mi mente de otra perspectiva, entonces pensaría igual que todos, me sentiría encerrado entre cuatro paredes pensando que la solución está en ser condescendiente con las minorías. Y eso sería el fin del arte, pues ese obrero no sabría si ha expuesto por su capacidad, habilidad, talento, experiencia o por lástima.
El modelo estándar de la física de partículas y la teoría de la relatividad general son fórmulas que describen respectivamente, una la estructura fundamental de la materia, otra la geometría del espacio-tiempo; ambas fueron concebidas a través del empleo de la imaginación de grandes matemáticos. Uno de los retos que tiene la humanidad es unir estos dos modelos en una gran fórmula que resuma todo ¿Cómo imaginar partículas fundamentales o sistemas en el espacio exterior, ambas sin poder verlos con nuestra tecnología actual? ¿Cómo crear esa tecnología? ¿Cómo unir estos dos modelos matemáticos? Si se nos limita nuestra capacidad para despertar la curiosidad.
El arte no sabe discriminar, es abstracto, es inmune a nuestro sistema de clasificación. Un profesional del arte obtiene la distinción de artista, cuando su cuerpo de trabajo logra que se disuelven las adjetivaciones de su personalidad dejando los rasgos claros de sus conflictos, fantasmas, amores, pesadillas, tormentos… El arte es el camino para explorar la mente de otro ser humano, crear empatía y ampliar nuestro universo, pues cada cabeza es uno.
El arte y la ciencia no son invenciones de nosotros, es la manera que interpretar lo que nos rodea. Lo que para unos sea bueno para otros será malo, esa distinción solo la puede hacer el individuo que abre su mente a otro con la posibilidad de compartir temores, amores y pasiones. Si se juzga una obra solo por la naturaleza del obrero del arte, estamos siendo condescendientes con uno y egoístas con el otro.