arte

La Incertidumbre del Arte y el Obrero.

¿Quién es un artista?

Aquel que logra sentarse durante un largo periodo, en silencio, sumido en pensamientos, lleno de dudas se le llama artista. Si esa es la descripción romántica que imaginamos, entonces cualquier persona que sueñe despierto, se le puede considerar artista. No creo que un soñador sea un artista solo por soñar, así como no creo que una persona sea inteligente solo por hacer tests para medir su CI (IQ). La gente solo debería llamar artistas a las personas que logran vivir de su arte. Pues el ser artista es una profesión.

Por lo general llamamos artistas a quienes en su profesión muestran capacidad, habilidad, talento, experiencia, ej. Artista culinario, Artista médico… cualquier persona en su trabajo puede ser considerado un artista.

Pero hay profesiones que se entienden como artísticas. Su naturaleza es comunicar, expresar ideas y emociones a través de recursos plásticos, lingüísticos, sonoros y corporales: Arquitectura, Escultura, Artes Visuales, Música, Literatura, Artes Escénicas, Cinematografía, Fotografía, Historieta; estas artes son de gran importancia en la cultura de cada nación, muestran el espíritu del los ciudadanos de un país, entretienen, incomodan, protestan, exploran, aprenden, satisfacen, desahogan, entienden…

El obrero que se dedica al arte es un trabajador independiente. No tiene horario para trabajar, ni vacaciones, ni fines de semana, ni días de descanso, ni sueldo seguro. Un país en el que sus ciudadanos amen y respeten sus tradiciones culturales, protegen a este obrero, lo abrazan. El arte condescendiente, adecuado, políticamente correcto, se paga por si sola —también el arte es negocio. Al obrero que protegen las naciones orgullosas de su arte, es al rebelde, al innovador, al que nunca está seguro de nada y se contradice todo el tiempo, al que busca descifrar el código con el que se expone la naturaleza que lo rodea, al que mira las estrellas, al que cuando está en silencio sin hacer nada, es cuando más trabaja, pues su mente nunca descansa. Este obrero necesita desahogar lo que vive en su cabeza a través de alguna de las profesiones artísticas. No logra conciliar el sueño, pasa las horas en vela como un matemático intentando descifrar las conjeturas de los números primos.

Por desgracia la profesión artística no se enseña en una universidad, el único título que le importa al obrero del arte es exponer su obra. Para un profesional que busca su voz propia, no hay un machote para copiar, no existe el manual del artista. Hay guías, mentores, apoyo moral, abrazos y buenas conversaciones, pero nada ayuda a quien lleva una vida más parecida a la esquizofrenia, que a la holgazanería.

Solo un trabajador del arte puede tener empatía por otro trabajador del arte. Entre ellos hay una especia de código secreto que al solo ver la mirada de su semejante, les sirve para entender la lucha que tienen por alcanzar la libertad, la alegría y el amor.

Me es triste pensar que le pedimos a los obreros del arte que se revuelquen en una alberca de lodo, para así ganar nuestros favores y aplausos, pues sin ellos, las puertas de los espacios donde pueden expresarse se cierran en sus narices.

Es cruel pedir a un profesional del arte, que se exponga, como si se tratase de una revista de chismes; sus preferencias sexuales; sus trastornos mentales; sus orígenes; sus ingresos. Ya no somos capaces de gozar la obra por la obra, ahora necesitamos los antecedentes del creador, así quizá entendamos un poco lo que este obrero intenta expresar de manera tan ambigua. A lo mejor, dando unas cuantas monedas nos sentimos mejor por ayudar a un artista, al que no comprendemos y no tenemos la intención de entender. Con cubrir la cuota podemos poner bajo la sombra nuestra ignorancia y sentirnos superiores por un momento.

A veces la simpleza de un plátano en una pared nos hace valorar lo que se pierde cuando no puedes expresarte de manera libre, sin tener que causar lástima o compasión. Tener que expresarte a través de tus antecedentes y no por medio de tu trabajo artístico.

El trabajo del obrero del arte es tan difícil como cualquier otro trabajo que demande el uso de la imaginación e inteligencia. El objetivo de una obra es hacer que a través de lo expuesto, nazca dentro del espectador—del centro de su estómago—empatía por lo que siente el autor. La memoria es algo que se nos enseña a desarrollar y apreciar, pero no sirve de mucho cuando no se nos instruye en la comprensión, razón y lógica. Puedes repetir una y otra vez una cosa de memoria, pero solo al comprender su utilidad es cuando queda fijo en la experiencia; de ahí que muchos sepan poemas de amor, pero pocos sepan de como hacer el amor.

Sí asumimos que es cierto lo anterior, entonces es claro que un trabajo artístico no debe de ser explícito en cuanto a lo que intente expresar, sino confiar en el espectador y que él descifre con su imaginación lo que el obrero artista ha deseado comunicar; ¿qué sucede cuándo el público ha olvidado la importancia del arte? ¿Cuándo no sabe como interpretarlo? Ser ignorante en la vida es uno de los mayores placeres que goza la especie humana —el desear permanecer ignorante e ignorar nuestra ignorancia, es una de las mayores desgracias de la especie humana.

Pensar de manera deliberada lo hace a uno sentir vivo. Me gusta mirar una obra que me invita a satisfacer mi curiosidad y despierta en mí la pasión por aprender, por vivir. Parafraseando a Marcel Duchamp, No todos somos artistas, pero cualquier idiota es crítico. Es peor cuando el crítico idiota que llevo en mí es domado por lo popular, condescendiente y vende su individualidad por la moneda corriente (Likes y similares). Es peor, pues transformo al obrero del arte en un gladiador que se deberá debatir en la arena del coliseo, por uno de los pocos espacios que tienen el valor de exponer obras que invitan a la reflexión. Y dejo el futuro de los gladiadores derrotados, a merced del pulgar de funcionarios que condicionan la supervivencia del proyecto, a una agenda política que cambia a conveniencia del poder en turno.

Entre más complejo un sistema, más débil su noción de universalidad. Que desgracia sería no poder apoyar a un obrero del arte, que gane experiencia mostrando su obra, una y otra vez. Hasta que encuentre su voz, hasta que el tiempo lo convierta en un artista. Es triste poner al obrero del arte entre la cultura exportada y entre la obra que me hacen sentir bien, lo bonito. Sería trágico privar mi mente de otra perspectiva, entonces pensaría igual que todos, me sentiría encerrado entre cuatro paredes pensando que la solución está en ser condescendiente con las minorías. Y eso sería el fin del arte, pues ese obrero no sabría si ha expuesto por su capacidad, habilidad, talento, experiencia o por lástima.

El modelo estándar de la física de partículas y la teoría de la relatividad general son fórmulas que describen respectivamente, una la estructura fundamental de la materia, otra la geometría del espacio-tiempo; ambas fueron concebidas a través del empleo de la imaginación de grandes matemáticos. Uno de los retos que tiene la humanidad es unir estos dos modelos en una gran fórmula que resuma todo ¿Cómo imaginar partículas fundamentales o sistemas en el espacio exterior, ambas sin poder verlos con nuestra tecnología actual? ¿Cómo crear esa tecnología? ¿Cómo unir estos dos modelos matemáticos? Si se nos limita nuestra capacidad para despertar la curiosidad.


El arte no sabe discriminar, es abstracto, es inmune a nuestro sistema de clasificación. Un profesional del arte obtiene la distinción de artista, cuando su cuerpo de trabajo logra que se disuelven las adjetivaciones de su personalidad dejando los rasgos claros de sus conflictos, fantasmas, amores, pesadillas, tormentos… El arte es el camino para explorar la mente de otro ser humano, crear empatía y ampliar nuestro universo, pues cada cabeza es uno.

El arte y la ciencia no son invenciones de nosotros, es la manera que interpretar lo que nos rodea. Lo que para unos sea bueno para otros será malo, esa distinción solo la puede hacer el individuo que abre su mente a otro con la posibilidad de compartir temores, amores y pasiones. Si se juzga una obra solo por la naturaleza del obrero del arte, estamos siendo condescendientes con uno y egoístas con el otro.

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covid-19

La Ilusión y El Deseo de Vivir a Salvo. Lejos del Peligro.

Ahí sentado en el aeropuerto esperando la llegada de alguna persona o despidiendo a un ser querido, miras a lo lejos las máquinas para detectar metales flanqueadas por guardias armados, te has preguntado ¿cuántos terroristas pasan por el detector de metales? ¿Qué cantidad de pasajeros intentan llevar materiales y productos para hacer una bomba sin ser vistos dentro del avión? ¿Cantas veces ha sucedido esto?

Quizá pensemos que de no existir estas medidas de seguridad los actos terroristas sucedan con más frecuencia, eso es posible pero poco probable. Un terrorista dispuesto a secuestrar un vuelo para hacer pública su postura, como hasta la fecha ha sucedido, no es detenido por los detectores de metales o cualquier otra herramienta utilizada para este fin, de hecho no he encontrado ningún dato que muestre la cantidad de veces que estás medidas de seguridad han cumplido con la función de prevención.

Los seres humanos se sienten seguros cuando miran que hay medidas de prevención contra aquello que le temen. Ninguna de las medidas de seguridad que alcanzas a ver previene al cien por ciento, estas existen para ocultar las fallas de un sistema mal planeado. Las medidas de seguridad que en realidad están hechas para prevenir son las que fueron concebidas desde el inicio, a través de aplicar márgenes de error, errores de observación, factores de seguridad, tolerancia permitida… estas no son visibles, quien las aplico no deseaba ganar un concurso de popularidad, lo hizo con el deseo de dar durabilidad a su proyecto y seguridad a los usuarios.

Me gustaría leer que la nueva normalidad será pensar. Que al transmitir información, la base sea la ciencia —lo más alejado a cualquier figura pública o algún burócrata en un puesto político, responsable de cumplir con una agenda de trabajo—, fomentar el arte, eliminar los noticieros que solo buscan publicidad y crear desinformación, leer libros en lugar de periódicos que basan sus encabezados en likes.

Lavarse las manos, cubrirse la boca al estornudar, mantener una distancia entre personas… esas indicaciones no son actuales, llevan mucho tiempo en boca de médicos. Ahora todo medio de información está enfocado en decirnos como será la nueva normalidad, las medidas de prevención que se van a llevar a cabo, la ilusión de estar seguros, nada de lo que proponen es sostenible, por lo menos no para aquellos que viven en el mundo real. Una utopía es lo que se muestra, nos desean convencer de algo que no será posible, si acaso hay que tener limpios los espacios públicos y mantener medidas de salubridad; desde que existen y se han implementado, hemos sido menos rigurosos con ellas.

Las personas que andan por ahí mentando las nuevas medidas de prevención como si fueran el nuevo y mejorado evangelio, son personas que piensan en primer orden. De nada a servido para ellas la lección de la pandemia; su origen no fue un murciélago, su origen y propagación fue la deficiente información llena de alarma y notas amarillentas sumada a la ignorancia colectiva y a la vanidad de algunos para aprovechar el momento y sobresalir de los demás dando “datos verídicos” a diestra y siniestra. El intentar imponer, la “Nueva Normalidad” es promover diferencias entre aquellos que no las pueden aplicar, con aquellos que si pueden aplicarlas y con aquellos que no desean aplicarlas.

Una de las fantasías que disfruto ver, son las medidas de prevención que se van a adoptar en las salas de cine, no es la exposición de las filas organizadas, tampoco el extremo cuidado con la limpieza, o de la “sana” distancia entre asistentes; es el uso de mascarillas en el interior de la sala de cine, donde los asistentes llevan en sus manos una bolsa de palomitas y un refresco, eso es engañar a las personas.

Las que caminan en despobladas calles con mascarilla, ¿acaso piensan que el virus flota en el aire esperando a su indefensa víctima? Hagamos un ejercicio de imaginación y pensemos que así sea, el virus vive flotando en el aire, pensemos en las consecuencias y alcances del contagio, nadie estaría a salvo, entonces ¿para que cuidarnos?

Nos gusta sentirnos seguros, así nos educaron: no puedes equivocarte; saca dieces en la escuela; obtén una licenciatura; el universo es causal…

El COVID-19 llegará a todos, se cree —según modelos mentales— el 80% de la población mundial en dos meses se habrá contagiado y tendrá inmunidad al coronavirus, esto tan solo es una teoría. Expongo la idea solo para mostrar una de las realidades que se espera y como es encubierta con algo llamado “Nueva Normalidad”. Es posible que antes de que termine el mes de octubre las personas estemos despreocupadas con las medidas de prevención; la única manera de volver a entrar en pánico es que los noticieros no encuentren una nota amarilla que vendernos, entonces comenzarán a alarmar a la población con datos médicos y de “expertos” sobre los posibles brotes del virus en temporada de frío. Vender papel de baño no es sencillo. Por suerte las cadenas de noticias tiene mucho de que hablar este fin del 2020: las elecciones para elegir presidente en Estados Unidos; las nuevas configuraciones de como se van a llevar los eventos deportivos importantes; la temporada de comentarios para mencionar “las mejores películas y series de TV de la historia”; la fragilidad de los derechos humanos; el cambio climático; los efectos de la recesión; no podemos descartar que en los próximos seis meses el año aún nos tenga preparada una gran sorpresa.

La solución más sencilla es la correcta; el orden de los factores no altera el producto; aquella niñez llena de certeza. Ambas expresiones fuera de contexto y utilizadas a conveniencia suenan bien. La realidad de ambas expresiones solo aplica en un contexto especifico. La solución más sencilla es la correcta: explica un problema con sus variables y consecuencias calculadas, ej. F=ma, E=mc2 o la identidad de Euler. Las tres formulas son bellas y perfectas y son —hasta ahora— la solución más sencilla a la pregunta a responder. Su aplicación es inmensa, sin embargo detrás de ellas hay una cantidad de cálculos que se tienen que hacer antes de utilizar esta formulas expuestas, i.e. no puedes calcular tu ubicación por medio de un satélite aplicando solo los datos E=mc2. El orden de los factores no altera el producto: igual que la anterior se utiliza mal, cualquiera que entienda la teoría de grupos o algebra podrá darse cuenta que esto es solo una expresión que funciona para la multiplicación, y quizá otras operaciones aritméticas, pero está lejos de ser una ley.

Ambas expresiones se están utilizando para dar certeza a la “Nueva Realidad”, desean dar validez a los datos que comparten. Hay también los que saben de voz de un médico, tal o cual idea o pronóstico. Así, un sin fin de expresiones que hemos comenzado a utilizar para intentar dar un razonamiento a lo que está sucediendo. Al ser humano le gusta hacer pronósticos pues, le da la ilusión de control sobre el azar. Esto es común, son maneras de auto-protegernos de la verdad de nuestro universo, todo es incertidumbre y los pronósticos solo son una falsa narrativa de aquellos que te desean vender espejitos.

No es malo creer que todo va a salir bien y las cosas van a mejorar, eso es lo que todos esperamos. Hay una diferencia entre aquellos que van a contribuir para que las cosas mejoren y aquellos que solo van a desear que todo sea bello con arcoíris.

Ahora que el mundo inicie esta nueva aventura, sería bueno aprender a abrazar la incertidumbre, dejarnos sorprender, pensar un poco mas las cosas, dejar de escuchar y compartir información que es solo es alarma y advertencia. Pensemos, es más sencillo asustar a un ser humano con estadísticas y datos falsos o negativos, que hacerlo reír y enseñar a disfrutar la vida con la idea de sorprenderse con el mañana, nada está escrito.

Prefiero ver a las personas sonreír que verlas asustadas.

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covid-19, pensar, prisionero

Nostradamus entre lineas.

Iztapalapa en la Ciudad de México pasó los meses en cuarentena como si fueran días normales. Caminar entre sus habitantes, verlos con sus cubre-bocas adornar sus cuellos y frentes, los supermercados sin ninguna norma para ingresar, el transporte público violando a Susana-distancia —en un espacio de dos metros caben cinco personas.

Ignoro si otros lugares de la CDMX estuvieron igual de relajados que en Iztapalapa, Coyoacán donde vivo, parecen todos los días, desde el 10 de marzo, primero de enero, con la diferencia que ni las cafeterías o el Potzolcalli están abiertos. El Jarocho ya solo te da café para llevar.

Pertenezco a la especie urbana llamada Freelance, yo me presento como entrepenuar, en realidad soy trabajador independiente. Desearía pasar el tiempo encerrado en casa, no puedo, tengo que ir al supermercado una vez por semana, ir al banco y pagar mis servicios en persona. Las causas de por qué tengo que hacer esto de manera presencial sin utilizar los servicios digitales, es tema para otro día.

Trato de evitar el transporte público, así que camino mucho, con el clima tan variado de estas épocas en la Ciudad es común sentir un pequeño escalofrío al cambiar de temperatura. Después de hacer una fila de diez minutos al sol para ingresar a un supermercado, tome mi carrito y justo al entrar, mientras saludaba al guardia de seguridad con un ademán de cabeza, estornude. Me cubrí la boca con el antebrazo, seguí todos los procedimientos marcados por el sector salud, al levantar mi mirada, estaban las personas detenidas en seco con sus ojos puestos en mí, como si hubiera dicho “congelados” o “esto es un asalto”.

¿Quién dice que la ignorancia no mata?

La Verdadera prueba del COVID-19.

Es tiempo que nos hagamos a la idea de vivir con la pandemia. Hoy en día la moda es hacer caso a las personas de ciencia —lo deberíamos de hacer en todo tiempo—, estamos pagando la multa por escuchar y creer en los políticos, especie que usa como base en la toma de decisiones a la popularidad; no profundiza en la solución de los problemas de la sociedad.

Poner nuestras esperanzas en que se encuentre la vacuna de un momento a otro, cual historia de una telenovela protagonizada por Lucerito y Thalia, es una vez más, no pensar en ciencia. Hagan un ejercicio de aritmética básico, piensen en cuanto tiempo nos llevaría producir siete billones de vacunas. Todos esos somos en el mundo.

Una solución es, hacer una prueba efectiva para saber quién está infectado y quién no lo está, listo, muy sencillo; i)a la fecha ninguna prueba que hay es efectiva; ii)los resultados no son inmediatos; iii)para que tenga que tener alguna seriedad la prueba ¿han visto hasta dónde tiene que llegar el hisopo nasal? Esto lo tiene que hacer alguien del servicio médico, veo difícil que la mayoría tengamos los huevos de meternos ese trozo de algodón hasta rozar nuestro cerebro, más cuando miro a la gente que le molesta utilizar un cubre-bocas y estar encerrado en su casa con sus seres queridos, peor, con uno mismo.

¿Dónde entra Nostradamus?

Las teorías de conspiración han sido uno de los deleites para aquellos que sumidos en el aburrimiento, preferimos de estas que leer o ver, las ya predecibles noticias “SERIAS”.

Uno de los grandes logros de la especie humana, es encontrar patrones en la naturaleza; con ellos hemos interpretado las estrellas y los astros, hemos llegado a la Luna, lanzamos un Tesla con rumbo a Marte y podemos utilizar nuestro GPS con toda confianza.

También podemos leer cualquier texto y adaptarlo a nuestro sesgo de confirmación, por supuesto en estos casos el principal protagonista es Nostradamus. Lo siento por los que llegaron en segundo lugar: Billy Gates, El Hombre detrás de la cortina y los Illuminati. Mención honorífica a la Biblia, el Corán y la Torá.

Sí eres alguien que piensa que el hombre no llegó a la Luna en 1969, deja de leer estas lineas.

La mayoría de las desgracias en el mundo actual nacen del hecho de haber dejado el arte y la ciencia a un lado. Hemos puesto nuestra fe en que unos funcionarios y burócratas nos van a solucionar todos nuestros problemas. Es más sencillo pensar en una obscura conspiración que sumar números o analizar hipótesis. Que orgullosos están de nosotros nuestros antepasados.

Al Ser Humano le es complicado pensar que todo lo que nos rodea, incluso lo que nos integra, es una incertidumbre; queremos controlar, predecir y encontrar causales en nuestro planeta y universo. Sino encontramos sentido a un sistema que sucede por obra del azar, nos asustamos, más, aquellos que se sienten cómodos ignorando lo que ignoran, ellos son los más débiles y los que más gritan, pues, parecen tener certeza en lo que dicen, contestan interrogantes curiosas con suposiciones. De ellos es el terreno de las teorías de conspiración.

Sigamos especulando y creando conjeturas.

Un Hombre quedará prisionero en un cuarto con una puerta sin llave y que esta abre para dentro; hasta que no se le ocurra jalar en lugar de empujar.

Ludwig Wittgenstein.

Nadie sabe con certeza como va a cambiar la convivencia, como va a ser el proceso que vamos a sufrir para adaptarnos a la nueva realidad del mundo. Los cambios se harán de manera como vayamos aprendiendo y reconociendo las maneras de contagio, algunos gobiernos aprovecharan para crear represiones, algunos trabajos desaparecerán para siempre, algunos lugares cerraran sus puertas, habrá cambios: Los cambios que leo hoy en día son exagerados y forman parte de el grupo de personas que gozan de su ignorancia. Habrá que tomar medidas sanitarias, muchas las debimos de haber empleado desde hace tiempo; lavarse las manos, cubrirse la boca al estornudar, limpiar lo que compremos en lugares públicos —leí las nuevas reglas que se aplicaran en los gimnasios, una de ellas, limpiar y desinfectar el aparato después de cada usuario, ¿antes no se hacía esto? Una razón más para evitar ir al gimnasio a lucir mi nueva ropa y figura de tonel.

La voz de la pandemia fue la ciencia y el arte, ahora la gente deberá valorar su importancia, pero eso no va a suceder, los países con gobiernos caros y complejos como son los del tercer mundo (México está aquí), son los que harán recortes presupuestales afectando la voz del alma y la razón, justificaciones sobran, no estamos a la altura de otras naciones y nuestros caprichos le cuestan mucho al erario.

Esta voz que se busca callar, es la que nos debe preparar para los nuevos retos: Cambio climático; democracia de raza, preferencia sexual y sexual; adaptación a las futura pandemias… el discurso del gobierno es una falacia que nos conviene creer.

Al momento de levantar el telón y volvamos a las calles en masa a darle sonido con nuestro auto y gritos, olvidaremos los datos que produjo el COVID-19 y como se obtuvieron, lo que aprendimos, lo olvidaremos, nuestro entretenimiento quedará como una anécdota en nuestra memoria, por eso va a ser tan fácil desaparecer y callar al arte y la ciencia, no se puede medir o contabilizar, pues, sus resultados no son medidos en base a la popularidad como un discurso politico, la ciencia no muestra sus victorias con premios vacíos. La medicina, solo se ve cuando estas enfermo, de verdad enfermo, cuando el curandero en turno no te puede salvar.


¿Deseamos conservar algún aprendizaje?, el futuro depende mucho de los modelos matemáticos y tomarlos en serio, nos avisaron desde hace más de una década de que el mundo no está preparado para una pandemia, nos han dicho desde hace más de 50 años los daños que le hemos provocado al mundo, muchos irreversibles, en relación al clima y medioambiente, se ha hecho mucho trabajo hablando de la sobrepoblación, de el crecimiento desmedido y necesario de las ciudades… cualquier libro serio de estos temas te puede dar un panorama de sus pronósticos y las medidas sugeridas.

Les suena familiar “Nadie en el mundo esperaba una tragedia como esta”, a mi si, desde mediados del segundo mes de este año lo he escuchado en todos los idiomas. Escuche algunas advertencias el año pasado en platicas y reuniones. Otra frase que me es familiar “Exagerado, desde hace años nos lo dicen y no pasa nada”, aquí en México mi favorita fue “No seas dramático”, estoy seguro todo se olvidará en unas semanas o meses y siempre habrá alguien desde una TV o un timeline de las redes sociales que dirá cuando aparezca un nuevo reto en el mundo: “No nos podíamos imaginar la magnitud del problema”.

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arrogancia, ignorancia

ARROGANCIA APARTE.

Hair-f way done. por Anthony Brooks – Artist

A todos nos gusta hablar, a pocos les gusta escuchar; los que hablan mucho dicen poco, he estado en conversaciones donde una persona platica cualquier tema con autoridad; parece que sabe de lo que está diciendo. En silencio escucha, estudia a la persona, descubrirás que mucho de lo que dice es vacío; la base de sus argumentos es la suposición. ¿Cómo logra mantener la conversación? A través de aparentar que sabe.

El mexicano está entrenado para saber todo, es poco común cruzarse en el camino con un ignorante con más preguntas que respuestas, esos son los pocos; son los que levantaban la mano en el salón de clases para preguntar algo absurdo, aún a pesar de que nadie sabe la respuesta, en coro nos burlábamos de él.

En una mesa de trabajo escuchábamos semi-atentos al más arrogante del grupo, los primero quince minutos de la reunión expuso los temas a tratar, alguien pregunto algo al respecto y desde ese instante, el arrogante, no volvió a soltar el micrófono. Lo escuche consciente de lo que decía por cinco minutos, después me perdí en su retórica y comencé a pensar en las cuentas por pagar, los cincuenta minutos restantes de su monologo capte dos o tres ideas. Más tarde frente a la computadora analice las ideas que había captado, ningún me era clara, recordaba que en la reunión me habían parecido sensatas. Confundido hablé con un compañero que asistió conmigo a la reunión, esperaba que él me pudiera explicar lo que yo me había perdido, su comprensión de las ideas era tan clara como la mía; tomé los puntos de la reunión y los arroje al bote de basura.

Sucede que muchas personas les gusta hablar sin detenerse a responder preguntas o aclarar puntos, identificar a estas personas es sencillo; si alguien lo interrumpe para hacer una pregunta o aclarar un punto, responde diciendo que eso no es importante. Se ve seguro al hablar, parece saber lo que dice y no permite interrupciones durante su exposición.

Vomitar ideas, no es una característica de alguien inteligente, es una característica de un apático. Cuando se tiene una idea, es para realizarla, encontrar la manera sencilla de materializarla, involucrar a otros para que te ayuden. He escuchado a más de una persona dar ideas y dar las indicaciones de como se debe llevar a cabo, en el desarrollo, su participación es virtual, cuando más. Los arrogantes llevan un proceso incompleto, hundido en lagunas y parchando errores; ¿quién es el responsable de estos errores? El arrogante piensa que es el ejecutor, por no comprender o por no haber seguido al pie de la letra las indicaciones, en la realidad quien debe cargar con la culpa es el que generó la idea: a)no superviso de la manera correcta, b)su actitud no dio espacio para aclarar dudas y c)él es el responsable del fracaso (el éxito de la idea siempre recae en el ejecutor).

La apatía es una característica del arrogante, no es que pase todo el día sentado rascándose la panza, por lo general da la apariencia de trabajar mucho, dormir poco y siempre parecer ocupado. Ser alguien ocupado no es sinónimo de alguien productivo, es peor, es sinónimo de una persona desorganizada.

Un arrogante, es un hoyo negro jalando la energía de aquello que está cerca, de su interior no podemos ver la luz, no le importan ni el espacio, ni el tiempo y cuando no logran contener sus fracasos y desilusiones, explotan, acabando con lo que tienen a su alrededor.

En muchos textos, de esos que escriben los famosos y millonarios compartiendo las claves de su éxito, sus estrictas rutinas y recomendando sus diez libros para triunfar en la vida, hablan de que para triunfar es necesario un poco de arrogancia. Es importante ser consciente de que hay mucha gente disciplinada, leen diario y van a misa los domingos, pero: a)no alcanzaron ningún tipo de éxito; b)no tienen el un éxito importante para que un editor les pague por escribir sus consejos; c)no le interesa compartir su vida con desconocidos. La arrogancia no está justificada, es destructiva, tarde o temprano hace explotar a su portador llevándose consigo a lo que tiene al alcance de su onda destructiva.


Abrazar la ignorancia es un signo de fortaleza, no es sencillo caminar entre las personas con la frente en alto, consciente de no saber mucho o nada. Hacer que te miren con párpados a media mirada y boca contraída, para semi-contestar tus preguntas. Es mejor abrazar la incertidumbre, la cual rige nuestra vida, buscar la certeza, es aburrido, estresante y te convierte en un esclavo de prejuicios. Es preferible caminar con libertad sin dar importancia a lo que las personas piensen de uno.

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pensamiento critico

LAMENTACIÓN.

En la navidad de 1642 (calendario Juliano), nació Isaac Newton, su padre murió antes de que naciera y su madre lo abandonó a los tres años en la granja de sus abuelos. Veinte años después, llegó la peste en Londres mientras estudiaba en Cambridge. La ciudad estuvo en cuarentena por 18 meses; durante ese tiempo Newton decidió ir a la granja de sus abuelos donde había crecido. En el transcurso de esos meses, aprovechó el tiempo libre que tenía: invento el calculo infinitesimal e inicio sus trabajos sobre la teoría de la mecánica gravitacional. Al regresar a Cambridge arrojo sus apuntes a un cajón de su escritorio.

En lugar de utilizar tu imaginación, deja caer tu cuerpo al sillón más amplio, ponte a mirar la temporada de esa serie en Netflix de la que tanto hablan. Así funciona la mente cuando estamos —después de mucho tiempo—, dispuestos a utilizarla en algo tan poco común para nosotros, pensar.

No te esfuerces demasiado racionalizando la situación en la que te encuentras, abraza la incertidumbre del momento, estar buscando cada diez minutos un aumento en la estadística de propagación del coronavirus, no va a ayudar de nada a tu situación actual, de hecho, lo que estás haciendo es agotar a tu cerebro, buscas atajos que te justifiquen para no tomar y leer ese libro que ahora funciona para sostener la puerta. Nadie es culpable de lo que sucede ahora en el mundo. Si has llegado a una conclusión distinta a través de una teoría de conspiración o un complot internacional, se debe a que tu mente está aburrida y cansada, no te deja emplear un pensamiento crítico a los patrones que deduces de las noticias que hay en la linea de tiempo de tus redes sociales.

¿Por qué le exiges tanto a tu mente y cuerpo esta cuarentena? La mayoría de las personas que ahora sufren por un encierro obligado en su casa, están acostumbradas a hacer labores que no demandan mucho de su mente y cuerpo; todo lo que hacen lo hacen de manera automática sin conciencia alguna de lo que sucede a su alrededor, solo emplean la cabeza para elegir un platillo del menú o escoger un lugar a donde ir para ver el partido de fútbol. Todos los días camino en lugar de utilizar un auto, procuro caminar lo más posible durante el día, ¿esto me califica para poder correr el próximo maratón de la ciudad? Pasar el tiempo quejándose o sentir ansiedad por el encierro es una decisión, es tu cerebro que dice “ya basta, no quiero convivir contigo, porque no regresamos al modo neutral de siempre”.

Comprendo a aquellos que ahora se ven obligados a convivir consigo mismos, no es cosa sencilla cuando te has ignorado la mayor parte de tu vida, lo mismo estar con otras personas que se supone debes de conocer, ahora con tantos minutos… segundos de convivencia has despertado, y ya no estás dentro de la Matrix, ahora tienes que sacrificar tu valioso tiempo muerto mental y ocuparlo de manera creativa, no es algo sencillo, pero se puede hacer, muchos lo han logrado en el pasado.

A principios de año, mientras la familia decía sus propósitos de este 2020, se preocupaban de no alcanzar algunas metas por no tener tiempo. Si tan solo pudiéramos ocupar nuestro tiempo de manera creativa: leer, alguna conversación pendiente, aprender a tocar un instrumento o un nuevo idioma, no necesitamos después de veinte días de practicar ser unos expertos, solo es poner a trabajar las neuronas del cerebro, alimentar la imaginación y creatividad. En lugar de navegar por quince horas en las redes sociales, compartiendo quejas y criticas, peor, teorías de la conspiración ya mascadas en el pasado, lee quince minutos, mira una película de las clasificadas como “de arte”; en lo personal recomiendo las mudas.

Una decisión que se puede tomar, es terminar por entumir la mayor cantidad de neuronas posibles, es más sencillo que hacerlas trabajar. No te levantes para bañarte, al fin y al cabo nadie te va a ver, mejor aún, no levantarse en lo absoluto de la cama, esta es una oportunidad única para pasar el tiempo con un celular en la mano, frente a un televisor o la computadora, donde la mente solo se entume mientras pasa el día, que nos sorprenda la noche para arrojarnos otra vez a dormir, si es posible, en el mismo lugar donde amanecimos.

Los días pasan rápido, el tiempo y espacio, no se van a detener a esperarnos, al final todo será un recuerdo, para los afortunados estará llenos de anécdotas, para otros será como una laguna, un océano, una página en blanco en sus mentes.

Incluso un ladrillo quiere ser algo.

Louis Kahn.

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pensar

VIVIENDO SIN PAPEL DE BAÑO.

Los ciudadanos de Australia al enterarse que el gobierno de China iba a parar sus actividades para evitar que se esparciera el virus conocido como coronavirus, salieron despavoridos a tiendas y demás lugares para juntar lo más que pudieran de los productos que provenían de China. Uno de los productos que iba a escasear rápido era el papel higiénico, pues, China suministra de ese producto a Australia. Las imágenes de como los Australianos compraban grandes cantidades de papel de baño recorrieron el mundo, así, cada país que entraba en advertencia por la amenaza del virus, salían sus ciudadanos asustados a tiendas para abastecerse de tan preciado producto, aún a pesar que en muchos casos, como en México, no todo el papel de baño que se consume proviene de China.

Preferimos decir aquí corrió que aquí murió, con ello justificamos nuestro temor para adquirir unos cuantos rollos de papel de baño. En un momento de curiosidad, al mirar que varios clientes llevaban una cantidad exagerada de paquetes consigo, le pregunte la razón a alguien que estaba formado frente a mí en una fila de supermercado, a la vez que hacía equilibrio de sus preciados rollos dentro del carrito de super —Por lo del coronavirus, ¿no sabe que uno de los síntomas es la diarrea?— contesto.

Sé nos da tan fácil dejar de pensar, que ya es costumbre; cualquier momento de caos es un buen momento para hacer caso sin miramientos a lo que dice el sabio Facebook. La manera de como se arraso con el papel de baño, fue absurda; más absurda la lógica empleada en el resto de las compras, pasta, arroz, lentejas… alimentos recomendados por los mejores médicos para la gripe y diarrea.

Al llegar mi turno a la caja registradora (llevaba unas latas de sardinas y un litro de helado de chocolate), un escalofrío invadió mi espalda, un nudo se hizo en mi estómago, ¿Qué sucederá si el día de mañana el papel de baño se vuelve la base de nuestra economía? La dieta que tengo preparada para esta cuarentena me va a dar diarrea en algún momento.

Pánico.

La incertidumbre se da por ignorancia, aunque a veces es ventaja cuando no sé sabe algo, en esta ocasión debemos de estar informados con la verdad, aún a pesar de que esto limite la creatividad de aquellos artistas del meme.

Aunque es un mal momento llegar al baño y darse cuenta que no hay papel para limpiarse, no creo que de esto se vaya a morir alguien; quizá se quede sordo por los gritos desgarradores que lanza solicitando un rollo de papel, pero morir, no creo. ¿Qué habrá sido lo que llevó a pensar a alguien en la urgencia de comprar papel de baño? Para mí siempre será una incógnita, incluso no he encontrado explicación razonable a aquellos que les pregunto.


Como especie superior, nos sentimos ofendidos por no saber algo, creemos saberlo todo, nos ofende que nos digan ignorantes, siempre tenemos respuestas y soluciones para todo, no saber, es un pecado. El no ser consciente de que ignoras mucho, es no pensar y eso es peor que no saber, al no pensar caes en miedo, cubres tus lagunas mentales con teorías de conspiración, te dejas llevar por cualquier noticia; esto es igual a esclavitud, lo cual es mucho peor que estar encerrado por treinta días en casa.

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coronavirus, pensar

LA RESPUESTA TARDÍA AL VIRUS QUE LLEGÓ.

Un hombre juega al ajedrez con un perro en un parque, pasa un transeúnte y los mira “Eso es impresionante”, dice el transeúnte, “No tiene nada de impresionante” contesta el jugador de ajedrez “Voy ganando tres juegos a uno”.

José es un vendedor y recolector de chatarra, es uno de los tantos que jala un carretón por las calles de la Ciudad de México pidiendo fierros, chatarra y demás cosas que no te sirvan para después venderlas. Dos veces a la semana José viene a regar el jardín de mi casa, lo ha hecho los últimos cuarenta años. José tiene alrededor de 75 años, en realidad no lo sé y él nunca contesta en serio cuando le pregunto, es de manos fuertes, amplia espalda y camina siempre erguido.

El día de ayer le pregunte que si pensaba venir la próxima semana, que sería bueno comenzara a salir menos a la calle, la razón, el coronavirus —Yo no creo en esas mamadas— contesto, y después me aseguro que no iba a faltar por una mentira del gobierno; no lo intenté disuadir, claramente era una perdida de mi tiempo.

Es posible que esta pandemia nos haga al fin pensar; ¿Podremos después de esto, basados en la ciencia atender con seriedad el cambio climático? ¿Quizá al final podamos fortalecer la justicia y parar los indices de violencia? ¿Podremos después de 200 años al fin, basados en la razón, evolucionar el sistema político? Lo dudo, es más no lo creo.

Las probabilidades.

Desde el comienzo de la noticia sobre el nuevo virus y su sencilla y eficaz manera de propagarse, escuche a varios gobernantes tomarlo con calma, decir que esto solo era pasajero, para finales de marzo todo esto se habría olvidado. Escuche a sus jefes de salud, la mayoría coincidía en que este virus iba a ser peligroso, y se deberían de tomar medidas urgentes lo antes posible. Países de alto riesgo no lo tomaron en serio, Italia, España, Estado Unidos, son ejemplos de malas desiciones hechas por políticos ignorantes. Hay peores, en México nuestro presidente junto con la secretaría de salud ha establecido Fases, asesorado por médicos expertos, confía en que esta gripita se va a curar con un buen té y como el mismo lo ha mencionado, protegidos con un par de figuras de santos en la cartera. Todo es burla y broma, así de creativos somos en México.

¿La secretaría de Salud toma en cuenta en sus fases la probabilidad de que el virus comience a esparcirse sin control? Estoy seguro de ello, el pueblo es sabio. A la hora de escribir este blog la taza promedio de contagio a nivel mundial es de 4.1%, esto es, dos puntos porcentuales más que el día anterior. La propagación aún no llega al tope de la curva; aún falta que en varios países se comiencen a ver sus efectos, los cuales tardan entre 5 a 10 días, o sea, en México estamos en retraso. Según las probabilidades, va a llegar el coronavirus y se va a esparcir de manera rápida y descontrolada.

¿El presidente es consciente de esto?, lo ignoro, sus respuestas y teorías de conspiración no ayudan a que me haga sentir tranquilo y confié en su doctor de cabecera, no importa cuantos títulos cargue en sus hombros y medallas en su solapa. Pero imagino que como buen político ha calculado, como lo hizo Italia y España, el golpe económico que tendría parar al país si tomara las medidas urgentes que sugiere la OMS para evitar su esparcimiento, un país de tercer mundo no está preparado para ello. Solo la población de clase alta podría distanciarse socialmente, lavarse las manos cuantas veces al día quiera y permanecer en casa encerrado viendo Netflix. Hay personas que viven al día, que tienen que pagar cuentas de banco, luz, agua y demás gastos, hay trabajadores independientes que no pueden darse el lujo de tomar unos días encerrados en casa, a estos el colapso económico ya les comenzó a afectar.

Decía Edgar Allan Poe “No creas nada de lo que escuchas, cree solo la mitad de lo que ves”. Para aquellos que son menores de 50 años y no tienen ninguna enfermedad respiratoria, sufren diabetes o tienen hipertensión, la probabilidad de morir por la infección de coronavirus es muy baja, ¿han visto las estadísticas en México de obesidad, diabetes y EPOC?. Lo responsable es evitar a toda costa que se esparza el virus, tomar con seriedad las medidas que sugiere la OMS y evitar lo más posible el fanatismo político, sea de derecha, izquierda, centro, norte, sur, este u oeste; sus intereses, necesidades y prioridades están lejos de ser iguales al de la mayoría de los mexicanos. Dejen que se ataquen entre ellos.

El virus que se invento para estabilizar la economía mundial.

Basta, no más teorías de conspiración, Basemonos en la razón y hagamos algo que de verdad nos puede salvar, Pensar. Algunas de las teorías que he llegado a escuchar estos últimos días, son tan fantásticas, que no comprendo cómo alguien puede creer en ellas, en lugar de la verdad que es más realista. A mi muy particular punto de vista, en las teorías de conspiración sobre el COVID-19, Los políticos son los que mejores teorías han dado, los medios de información aún con su imaginación, se han quedado cortos, una decepción ver que las redes sociales ocupan el tercer lugar, solo repiten lo que escuchan de los primeros y segundos. Pero el pueblo es sabio y las redes sociales son benditas.

No parar a tiempo el esparcimiento del virus va a hacer que muchos pacientes y varias personas se vean afectadas, por suerte el gobierno nos ha dado la solución a este problema cuando llegue la fase dos, podemos estar tranquilos. Si cuando lleguemos a la fase dos y después la fase tres, el mundo encuentra la cura y esto hace que se limite el daño en nuestro país, entonces celebraremos la buena suerte que tuvimos. No nos engañemos, y confundamos el azar con una buena estrategia, seamos conscientes de lo expuestos que se nos dejó, aquí no me refiero al gobierno, hablo de quienes no se han tomado con seriedad el tema y se lanzaron a comprar como borregos con el estómago suelto, papel de baño y pasta en los supermercados.

El modelo Küber-Ross, conocido como las cinco fases del duelo, señala un set de emociones por las cuales pasa un enfermo terminal y otras personas después de recibir una noticia que les impacte: negación, enojo, negociación, depresión y aceptación. Es importante medir con estas fases los sucesos que se van a ir desarrollando los próximos días, pues, según la probabilidad y la taza de infectados que maneja la OMS, aún no ha comenzado a sentirse los efectos del coronavirus en nuestro país.


Es sabido por los estudiosos del tema, que nuestra especie no sabe cómo actuar en los momentos de incertidumbre, lo cual produce ansiedad. La situación actual que se vive en México no es grave, y si se llegara agravar, no sería en realidad culpa del gobierno, sería culpa de nosotros como ciudadanos. Mantener la calma y enfocarnos en lo que tenemos bajo nuestro control es lo importante.

Al pasar los meses cuando podamos superar al coronavirus, volveremos a seguir luchando por hacer conciencia del cambio climático; la violencia contra mujeres y hombres continuara; los sistemas de justicia seguirán funcionando en relación a la cantidad de dinero que tienen los acusados.

La diferencia es las consecuencias que va a dejar en el mundo el paso de la pandemia, no todo será igual, muchas cosas cambiarán. La lección más importante es ser conscientes de lo frágil que somos como espacie y lo sencillo de como nos dejamos manipular. En casos como estos es mejor sobre-reaccionar antes que poner en peligro tu persona y a otros. Pensar y hacer análisis de la información que leemos, no nos dejemos llevar por el pánico con cualquier dato o teoría de conspiración sacada de la manga de un mago frustrado necesitado de atención. Actuemos con responsabilidad y compartamos solo información comprobada.

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exito, visualización

PLAN B.

Nicanor es una actor joven de treinta y cinco años, atractivo de cuerpo atlético. No ha actuado en ningún papel importante, hasta ahora tiene su primera oportunidad — por fin sus dos expresiones dramáticas le han dado resultados —, será el antagónico en una telenovela de la que se espera tenga un buen rating.

Nicanor no siempre deseo ser un galán de la televisión, estudió un año de contaduría en una seudo-universidad de la Ciudad de México, pero las deudas lo invadieron y un amigo le sugirió hiciera un casting para un comercial — Aprovecha tu buen look y apariencia — le dijo su amigo. Nicanor hizo el comercial, recibió una buena cantidad de dinero por algo que tan solo le tomo dos días de trabajo, quizás estaba errando su camino. A la semana del comercial Nicanor tomo unas clases de actuación con un maestro mexicano que presumía haber salido de una de las mejores escuelas de actuación de Estados Unidos, después tomo algunos otros cursos parecidos. Para mantener su ritmo de vida y los altos costos de su dieta y gimnasio, vendía medicamentos a farmacias de manera paralela, este trabajo, también le dio grandes ganancias de dinero; saco el mejor provecho de su buen porte y su manera fácil de hacer amistades.

Al trabajar para un capítulo de el programa La Rosa de Guadalupe, su co protagonista, consiguió un estelar en menos de un año, las esperanzas de Nicanor crecieron y decidió dedicarse de lleno a la actuación haciendo su plan B a un lado. Uno debe de mostrar un verdadero compromiso, tomar grandes riesgos para obtener grandes victorias.

Nicanor se lanza a la aventura, espera ser reconocido por su talento y verdadero compromiso, no quiere dejar nada a la suerte, continua tomando talleres de actuación y asistiendo a castings, sabe que está haciendo lo correcto, en cualquier momento va a dar el salto a la fama y fortuna.

En la vida, uno debe de estar preparado, tenemos que estar afinando nuestros talentos de manera constante, pero debemos de ser conscientes que la suerte también juega un papel importante para alcanzar éxito en nuestras metas. Hay quienes escriben libros y hablan de las rutinas y demás cosas que hacen las personas exitosas, el fin de estos libros, que sus lectores y seguidores imiten estas rutinas y hábitos, si desean alcanzar el mismo nivel de éxito. Lo cierto es que, la mayoría de las personas con “éxito” dependen mucho de la suerte, claro que el trabajo duro y la preparación dejan dividendos, pero si vemos de manera detallada en contexto a tal o cual persona con éxito, veremos que la suerte ha jugando un papel importante en su vida. Pero la única manera de que la suerte llegue, es trabajando en buscarla, es muy raro — aún no conozco un caso —, que la suerte llegue a uno mientras se está sentado esperando por ella.

Nicanor ha decidido depender de su suerte, él supone que al tener un Plan B se está engañando a sí mismo. En realidad desea algo más, lo que hace no lo complementa, necesita vivir con ese riesgo para alimentar su hambre de éxito. Captura seguidores en sus redes sociales, muestra su ropa, sus pectorales, sus dos gestos; el éxito depende de los riesgos que tomas, tú supervivencia depende de los riesgos que evitas.

Recuerda que cada acción que realizas es un voto de confianza en ti mismo para convertirte en la persona que deseas ser. La manera de atraer a la suerte es agregando valor a tu persona, entre más valor, más gente te va a buscar. La reputación que logres se convierte en un imán o un repelente, si le das valor a tu vida vas a lograr que gente valiosa te busque por lo que puedes ofrecer.

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Mental Floss

ABANDONO.

Las platicas entre un grupo de personas arrojan una variedad de temas, muchos de estos fácilmente caen en una repetición de puntos de vistas. Cuando nos hartamos de discutir o nos vemos confrontados con nuestras creencias, abandonamos la conversación, las almas simples lo hacen ofendidos, los que tienen un poco de imaginación acuden al sarcasmo.

Desde pequeños nos acostumbramos de manera rápida a abandonar las cosas. No puedes con la clase de gimnasia, déjala; el cachorro que te dieron en navidad es un desastre, enciérralo en la azotea o llévalo al campo a que se pierda; tu pareja es muy demandante, déjala; seguir tu sueño se ha vuelto complicado, busca algo mejor… por cualquier motivo vamos todo el tiempo abandonado las cosas.

La mayor de las veces abandonamos por influencia de terceros, nos sentimos intimidados o manipulados para dejar aquello que se presenta como un reto. Quienes no lo hacen así, se les decimos necios, inocentes, tontos; es un hecho que cuando hacemos caso a un tercero que nos pide dejar algo, se nos premia, ya sea como consolación o porque hicimos lo que se nos pidió — ¿Para quién será el premio de verdad?

Así conforme pasan los años, nos acostumbramos a abandonar, esto facilita muchas cosas al tener que escoger algún camino, pues, si este presenta alguna dificultad lo podemos abandonar en cualquier momento, no se nos enseño a que debemos de ser conscientes de nuestras decisiones, a saber que cada una de ellas tiene segundas y terceras consecuencias y si de verdad deseamos recorre el camino, debemos de ser responsables y aprender a superar obstáculos, porque lo importante no es llegar, sino saber llegar.

Claro que al haber sido premiados por evitar pensar y ser responsables, evitamos a toda costa algún enfrentamiento que cuestione nuestras decisiones, de ahí que lo que más abandonamos no es lo que nos importe, sí no aquello que al dejarlo ir no nos pueda reclamar: la familia, un perro, la pareja, tú sueños, los hijos… abandono porque es fácil de hacer.

Hay momentos en los que abandonamos algo o alguien por salud: una pareja abusiva, una casa apunto de derrumbarse, el crimen organizado… por supuesto todo tiene un contexto, no se puede

señalar a todos lo que abandonan algo; cada quien tiene sus razones. Para distinguir solo debemos escuchar con atención y entender si es una razón o una justificación, aun así, no debemos de juzgar ni a uno o al otro, debemos de juzgarnos a nosotros mismo a través de entender los motivos que llevan a tomar una decisión tan definitiva.

¿No es toda la vida patética y fútil? ¿No es su historia un microcosmos del todo? Nosotros alcanzamos. Nos aferramos. ¿Y qué queda en nuestras manos al final? Una sombra. O peor que una sombra: la miseria.

Sherlock Holmes.

Las incertidumbres.

La vida es difícil, eso es lo que nos dicen cuando no logramos alcanzar alguna de nuestras metas, o nos tardamos en llegar a ella. Seguro todos están contra ti, así nos consuelan los que tienen empatía. La vida en sí, no es difícil, es una aventura y está llena de incertidumbres que debemos de abrazar, ese es el llamado a la aventura. Para alcanzar los sueños debemos de trabajar, incluso cuando piensas haber logrado algo por un golpe de suerte, debes de ver atrás y seguro descubrirás que no ha sido suerte, sino el resultado del camino recorrido. Tú decides si sufrir a cada obstáculo o aprender a superar aquello que te detiene.

Seguro habrá cosas que es mejor abandonar — como esa discusión tonta que no va a llevar a ningún lado —, pero en lo general debes de escoger que batallas enfrentar y de preferencia sean aquellas que te acerquen a lo que deseas. ¿Qué sucede con aquellos que son responsables de las consecuencias de sus decisiones?, no abandonan, luchan por conseguir lo que desean, la competencia es contra ellos no contra un tercero, buscan ser mejores cada día y su propia aprobación.


Para alcanzar una meta, es apegarse a un proceso, ir creciendo con la experiencia, buena o mala, de todo se aprende sí uno está dispuesto, no es que nada sea fácil, si estás buscando algo que en realidad quieres, goza recorrer el camino, así no se te hará difícil. Sí buscas algo para complacer a otros o la aprobación de tus allegados, el camino va a ser difícil — estás haciendo algo que desde la niñez fue premiado. A veces la gente abandona eso que persigue, pues lo que esta persiguiendo es su misma cola, pero hay quienes logran alcanzar sus sueños, no abandonan, disfrutan la aventura y al llegar, son personas libres.

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paciencia, Strudel

EL ARTE DEL STRUDEL DE MANZANA.

Los postres han sido desde que era pequeño mi platillo favorito; comer sin probar un pastel al final, para mi, es como no haber comido. Por suerte aún no sufro de ninguna enfermedad que me impida comer lo dulce en los alimentos.

El café me gusta sin azúcar al igual que el té, y el agua si es de sabor tiene que ser natural, evito a toda costa tomar refrescos, pero debo admitir que una o des veces al año disfruto de una coca-cola bien fría.

De todos los pasteles el que más me gusta es el Apfelstrudel (Strudel de manzana). Strudel significa remolino, o sea que es un remolino de manzana.

Siempre que llego a un restorán antes de pedir a la carta, pregunto si tienen este postre — no por ello decido si comer ahí o no —, lo aviso al principio para que, en caso de tener, se me guarde una rebanada. Es difícil encontrar un lugar que tenga el Apfelstrudel; su preparación es sencilla, por ello no todos los reposteros lo hacen como debe de ser, de los postres, este en particular, si no se prepara con cuidado, se pierde todo el placer de comer un buen Strudel.

La preparación requiere de todos los sentidos, y algo de experiencia, preparar un Strudel es cosa seria.

El mejor Apfelstrudel que he probado es el de casa, en cuanto sabía que lo iban a preparar, dejaba lo que estaba haciendo para ver su elaboración, no ofrecía mi ayuda, evitaba ser responsable de estropear el resultado final por una distracción de mi parte.

El inicio es cruel, preparar las manzanas, a ellas las pelan y les quitan el corazón, así desnudas y sin amor, el chef comienza a hacerlas cuadritos. Tratar a una manzana de está forma, hace que lagrimees de manera distinta que al partir una cebolla. Te hace pensar de otra manera en el manzano de Newton o en tu vieja iMac arrumbada y hecha cuadritos en la bodega.

Veinte gramos de mantequilla se ponen a derretir en un sartén, no puedes dejar que esta se queme o se pegue, en cuanto está esparcida por la base se arrojan los cuadritos de manzana, todo a fuego medio; si pasa mucho tiempo se quema la manzana y se seca, si es poco tiempo no alcanza a suavizarse lo suficiente para combinar con la crujiente pasta de hojaldre. Cinco minutos quizá quede listo, el tiempo es relativo al buen ojo y experiencia del repostero.

Se comienza a percibir el olor, la promesa aún incierta pero con mucha probabilidad de ser un éxito. Si una mariposa aletea en Asia, puede convertir el aspirante a Apfelstrudel en caos.

El chef me voltea a ver con la cuchara sopera en mano y me dice “Quieres espolvorear el azúcar moreno”; un juego de palabras poco atinado, se lo hago saber con mi silencio, es una trampa. El Strudel no debe de quedar muy dulce, y el azúcar y la canela que se vierten en este momento al sartén, sirven para caramelizar las manzanas; se les regresa algo dulce después de haberles arrebatado el corazón.

Mueve con círculos pausados los trozos de manzana, el azúcar moreno y canela, cuando mira que todo ya esta caramelizado, arroja sobre el caramelo media taza de nueces.

Debemos precalentar el horno unos diez minutos a 200˚C; la base de la cohesión entre la manzana caramelizada y la pasta, es la vista. No sé puede meter la empanada a un horno frío y esperar que este haga el trabajo hecho para un chef experimentado.

Otros veinte gramos de mantequilla se derriten en un pequeño sartén; con ella pintamos una lamina de la pasta, después colocamos sobre ella otra y de nuevo la pintamos con una ligera capa de mantequilla, esto es suficiente para arrojar sobre esta sabana de masa los cuadritos de manzana caramelizados. Amontonados, unos sobre otros, ahí esperan los cuadritos que los cubra el resto de la masa. Se doblan los bordes superior e inferior hacia dentro y con cuidado se enrolla.

El chef con un trapo que cuelga a su cuello se limpia las manos y mira el Strudel aún crudo frente a él, se prepara para moverlo con delicadeza a la charola que ira al horno, sabe que la pasta es frágil aún; de romperse o agrietarse todo el trabajo iría a la basura. Yo lo miro y guardo silencio, tomo aire, cruzamos miradas.

El pastel en la charola recibe una mano de pintura de mantequilla, sé escurre cubriendo los bordes. El chef empuja la charola dentro del horno y lo cierra, toma una silla y se sienta a un lado, arrimo mi silla junto a él, es el momento de hacerle compañía y supervisar — aprender — que el dorado del hojaldre tenga el color correcto.

Pasan diez minutos nos miramos y con cuidado mira el horno, para mi está listo, el chef conocedor sabe que aún no es el momento, “cinco minutos más” dice, tomamos nuestros lugares de nuevo en silencio. El tiempo es relativo, para lo que el fueron cinco minutos, para mi fue la tarde entera.

Al abrir el horno un olor suave a manzana caramelizada invade la cocina, la promesa se cumplió; el chef toma la charola y la coloca sobre la mesa, con una cuchara esparce azúcar glas y canela, yo estoy a un lado con un tenedor y plato, estira su mano alejándome, como si fuera una mascota intentando subir a la mesa, “cinco minutos más… debe reposar”, el tiempo no es absoluto.

En la mesa de comedor solo estamos el chef y yo, al centro de nosotros un plato con el Apfelstrudel, por fin el momento ha llegado, toma un cuchillo y lo desliza partiendo el Strudel, las manzanas caramelizadas escoltadas por nuez se escurren por los lados, coloca la rebanada recién cortada en mi plato, tomo un recipiente y con una cuchara adorno mi porción con crema templada de vainilla, el toque final.

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